¿No puedes dejar de pensar en la misma cosa una y otra vez, como si tu mente se apoderara de ti y ya no fueras dueña de tus pensamientos?
Esta es una experiencia compartida por muchas personas, en parte, porque vivimos en una cultura que privilegia la razón por sobre el cuerpo y el sentir. Para occidente (y sus colonias) la capacidad de pensar tiene una categoría superior, y es lo que nos haría humanos.
Cuando entramos a primero básico nos pusieron un uniforme incómodo y por primera vez nos sentamos por una hora y media procurando no movernos, mirando hacia adelante, y aprendimos que tener la necesidad de ir al baño era algo mal visto. Aprendimos a desatender nuestro cuerpo, como si la única información importante fuera la intelectual: “pienso, luego existo”.
NO SOMOS NUESTROS PENSAMIENTOS.
La mente es necesaria, pero tenemos otras dimensiones: cuerpo, intuición, sentimientos, espiritualidad… !Entonces debo ser más que lo que pienso!
No se trata de dejar de pensar, sino de permitirnos experimentar la vida desde un equilibro entre mente y cuerpo, porque para estar presentes (y disfrutar) necesitamos despertar nuestros sentidos y soltar los pensamientos.
Por ejemplo: estoy sentada desayunando un pan tostado con mermelada y café, las aves cantan afuera, mi estufa me abriga. Recuerdo que tengo que conversar algo serio con alguien. Mentalmente comienzo a discutir con él/ella, me tenso, se me revuelve el estómago. Luego veo la mesa y ya no queda desayuno, no disfruté morder ese pan crujiente ni el olor de mi café. Perdí un momento agradable de la vida real.
Reconocer que no somos nuestros pensamientos nos permite entender que éstos no son nuestra única realidad válida y elegir si continuar en una especie de dispositivo de realidad virtual donde ensayamos un futuro agobiante o nos quedamos aquí y ahora, donde es posible respirar profundo y darnos un descanso.
Pero ¿cómo lograrlo? Ese será el tema del próximo post. Por ahora te invito a respirar y concentrarte en lo que haces, una cosa a la vez: si lavas la loza, observa la espuma y siente el agua en tus manos; cuando te duches siente la temperatura del agua, percibe el perfume de tu jabón. Quédate aquí y ahora.
Freud dijo “pensar es ensayar” y luego Fritz Perls, fundador de la terapia gestalt, lo cita para explicar que, cuando pensamos actuamos el futuro en el escenario de nuestra mente como si tuviéramos un libreto que se repite (muchas veces) hasta el agotamiento.
Pienso y ensayo lo que voy a hacer o decir. Por ejemplo, me pongo a discutir con una persona, le reclamo no haber hecho algo que le pedí, le digo que siempre me hace lo mismo. Mi estómago se comprime, tengo un nudo en la garganta, pero esto no está pasando ahora… ¿o sí?
No hay una separación real entre mente y cuerpo. La mente está en el cuerpo y es ahí donde hago el trabajo de escenificar lo que me pasa, por eso mi corazón se acelera cuando tengo rabia: bombea más sangre para llevarla a mis músculos, para prepararlos en el caso de tener que defenderme.
PENSAR CANSA, PORQUE SIEMPRE QUE PENSAMOS NUESTRO CUERPO TRABAJA.
Cuando estudiaba para ser terapeuta un profesor dio un ejemplo genial que nos ayudará a entender mejor esta afirmación: Hace muchos años la NASA hizo un experimento con astronautas en misiones espaciales, éstos, igual que nosotras, estaban confinados en un espacio reducido, pero además sin gravedad, lo cual disminuía su posibilidad de hacer ejercicio. Entonces, les pidieron que escucharan audios en los que se les inducían a hacer ejercicio mentalmente. ¡Cuando volvieron a la tierra, sus músculos estaban más tonificados que antes! Esto prueba que pensar es un trabajo para nuestro cuerpo.
La única forma de descansar es soltar los pensamientos. Puedo estar acostada en mi cama a las 3AM, peleando con alguien que no guardaba la distancia social en la cola del supermercado. En el presente, en cambio, tengo la posibilidad de sentir el cobijo de las frazadas, dejar que mi espalda descanse y entregarme al descanso. Sólo debo percatarme de la oportunidad que ofrece el presente.
En la última parte de este post compartiré una sencilla técnica que puede ayudarte a soltar la mente y relajar el cuerpo. Por ahora, te sugiero que tomes conciencia del contenido de tus pensamientos y de cómo te tensas al pensar. Respira, elige estar presente y date permiso para descansar.
Entonces, ¿cómo liberarme de los pensamientos agobiantes sobre el futuro y el pasado, para vivir plenamente el presente?
La respuesta parece obvia: DEBO ELEGIR SOLTARLOS, SÓLO ASÍ PODRÉ DESCANSAR.
Mi querida profesora de yoga me enseñó que la actividad mental tiene más fuerza para seguir y aumentar, mientras más nos apegamos a nuestros pensamientos, ESTE APEGO ES SU COMBUSTIBLE, por eso no paran jamás. En cambio, si los observamos y los dejamos pasar, en algún momento pararán, porque pierden la fuente que los alimenta.
A continuación, te mostraré un ejercicio básico para estar en el presente y soltar los pensamientos:
Paso 1: Siéntate o acuéstate en una posición cómoda. Haz varias respiraciones profundas, cierra los ojos y toma conciencia del presente a través de tus sentidos: la temperatura en tu piel, el olor de la habitación, la luz que entra por tus ojos cerrados, los sonidos ambientales.
Paso 2: Imagina que estás detrás de ti. Fija la atención a la altura de tu cabeza con la actitud de ser una testigo externa y desapegada tus pensamientos. Puedes ver tus pensamientos como si tu mente fuera una pantalla donde se proyecta una película, pero no entres en ella, no eres una actriz, eres la observadora desde afuera.
Paso 3: Deja que tus pensamientos pasen, observa cómo salen de tu cabeza, cómo se desvanecen como si fueran nubes en el cielo azul. Puedes sentir cómo se van a través de tu exhalación profunda.
Paso 4: Poco a poco, observa el espacio que queda dentro de ti, una sensación de liviandad y comodidad. En la medida que tu mente se aquieta tu cuerpo se relaja. Descansa.
Realiza este ejercicio siempre que puedas, especialmente cuando estás haciendo actividades que te agradan o no requieran de gran trabajo intelectual como ducharse, antes de dormir, al jugar con animales, lavar la loza, caminar, etc. En estos casos, aprovecha que tienes los ojos abiertos y los sentidos despiertos para captar tu presente.
Cada vez que te des cuenta de que estás agobiada pensando, elige observar y soltar